lunes, 20 de febrero de 2012

lección tercera


Nunca nadie me dijo que saberme hembra
era suficiente corona para ceñir mis sienes.
“Cásate y déjate de hostias”
era el mensaje que me enviaban a diario
las alcahuetas viejas del reino
pronosticando para mí un futuro
que necesariamente pasaba por un marido
un cura y una lista de boda inmensa y medio boba.
Reconozco que nacer como la tierra
destinada a la semilla es un buen comienzo
y no voy a negar el orgullo del árbol
ni la alegría inmensa de mi gata con sus crías.
Pero aunque todos aseguren que en mi linaje
las hembras con vocación para el hambre abundan
no imagino cuánto pesa heredar carne y arrullarla.
Aunque la cabra tire al monte,
que es lo suyo.
Y a ratos yo crea en la pareja,
que es lo mío,
me horrorizan esas frases dirigidas
a construir niñas con vocación de conejas:
“Cásate y déjate de hostias”.

estibaliz san sebastián, de "Cordela se borra del partido"

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