No sé como explicarte
que mi hombre es un buen verdugo.
En mi vientre late una circulación
capaz de centrifugar el armario de la ropa blanca,
y cualquiera no ocupa el hueco
por el que el mundo entra en mi cuerpo.
Es necesario el holocausto y necesaria la víscera.
Inmolarse no tiene importancia pudiendo matar.
Y mi hombre se desangra tomándome,
hasta romperme en mil pedazos
que lava y pega después
para borrar sus huellas.
Desde que me sorprendió
sodomizando al efebo que su reflejo dibujaba en un espejo,
sabe que mi naturaleza no le permite distracciones
y conmigo es implacable.
Teme
que la hora en que las fieras salgan de sus jaulas
sea también la suya.
Y me ama tanto
que está dispuesto a matarme por no dejarme viuda.
estibaliz san sebastián, del libro "Mi cielo es un andamio"
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