martes, 22 de noviembre de 2011

Para algunas cosas fui una niña precoz.


Para algunas cosas fui una niña precoz.
Apretada contra las paredes del portal de los abuelos
pasaba las tardes.
El sabor a cal se me metía en las encías. El sabor a cal
de los buenos y los malos.
Una pared no necesita manos,
lo tiene todo
y puede ser lo que quieras.
Yo misma, a menudo, soy una pared.

-Nunca he tenido ideas, sólo imaginaciones.-

Dentro de casa
me escondía con Boby
bajo la oscuridad roja de la mesa camilla
para besuquear la goma de sus labios y apretar
su cuerpo mullido de muñeco.
Tenía una anilla colgando de la espalda,
cuando halaba de ella, se retorcía.
Boby el rubio todavía tibio en mi cabeza
frente a los cuerpo borrosos
de los hombres que vinieron después
sin anillas
los hombres de carne contra la pared.

Ya me lo decía mamá:
-Así como eres no va a haber quien te lleve.
No hizo falta que nadie me llevase para irme
pero tenía razón,
soy imposible.
Miriam Reyes, del libro "Bella durmiente" .

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