Mi hijo nació un día en el que yo estaba de compras.
Faltaba tanto para el parto que su cuna, su padre y yo, estábamos en casa por pura casualidad.
Los médicos propusieron 40 días y 40 noches de guardería gratis alegando que, un kilo de niño, apenas ocuparía espacio en el apartamento de la UCI neonatal.
Y aceptamos para poder pintar el piso.
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