Quede clara mi absoluta consciencia de que el hecho de vivir implica, sea una quien sea, pagar un precio a menudo altísimo. Y es que vivir la vida de las mujeres pasa factura.
Y hablo de la vida física: menstruar, preñarse, parir, amamantar, y cuidar de la tropa mientras se envejece, son hechos por los que todas le pagamos factura al mundo que, nos lo reprocha, cuando estamos viviendo para darle más vida a la rueda de estar vivas.
Porque las mujeres pagamos a precio de capricho el echo de parirle al mundo un hijo, me aferro a la idea de hacer del mío un hombre libre, y no un contable lleno de caprichos.estibaliz san sebastián
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