Lo malo de los buenos chicos es que lo son sin remedio, sin pausa y sin tregua.
Estos, a los que no llamamos “un buen hombre”, por algo,
son buenos chicos hasta que se mueren o les abandona su mujer, que es casi lo mismo.
No crecen ni regándolos y poniéndolos al sol.
A lo sumo fermentan y se caen del árbol.
Como auténticos conspiradores viven en la sombra.
Su armario es un inmenso agujero en el que se pierden el rencor,
la envidia y los celos.
Y aunque nadie los oiga nunca, ellos siempre hablan.
Hasta cuando callan puede oírse su queja como un sonajero,
rasca que te rasca.
Y se quejan porque son buenos chicos.
Porque te quieren y sólo quieren quererte siempre
y por el resto de sus días y los tuyos, y pase lo que pase
y te pongas como te pongas.
eunate mendia
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