Uno de los chicos portugueses llevaba bajo el brazo
los zapatos nuevos.
Fue ése el que murió del tiro.
El guardia echó la rodilla a tierra y disparó.
Cuando la madre cruzó la frontera,
sólo los niños estábamos allí.
Extendió el delantal y arrebañó la tierra
ensangrentada:
Não quero que fique nada aqui.
Manuel Rivas, del libro "Ningún cisne".
No hay comentarios:
Publicar un comentario