domingo, 4 de diciembre de 2011

como un mendigo rico en pan


Como un mendigo rico en pan me reparto.
Duelen menos los sacrificios voluntarios
y perder tres dedos es bien poca cosa
si somos serios.
Tan civilizada como un bedel de ministerio
estornudo los trozos de piel que me sobran
y me veo reflejada en la tele
como en un espejo que siempre susurra, ¡culpable!.
Nunca nadie nos contó esta historia
¿no es así?, Eva, querida.
Y sin embargo, seria tan dulce
perder la inocencia, el ombligo.
¡Tan revolucionario!
Me imagino desnuda.
Gano mucho y en los anuncios funciona.
Coqueta como una virgen dispuesta a dejar de serlo
me afeitaría cuerpo y alma
y pintada de rojo como una bandera
me entregaría sonriendo al verdugo.
Nadie imaginaría nunca que fue una trampa.
Después de perder el pelo decidí ser mística
y el hacha sólo pudo trocear mi alma
y hacerla múltiple.
Yo era libre
mientras la guerra santa trataba de vacunarme
y acepté el numero y la dirección
más que nada por costumbre.
Mañana
le pariré un hijo al estado y este
será un traidor que correrá libre por los prados.
¡Aunque sean estos cibernéticos!

estibaliz san sebastián, del libro Pro-Fugas

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