Tuve una vez un novio formal que era todo un caballero.
Pedía permiso para desnudarse. Me llevaba en su coche al trabajo, y en público, me besaba muy dulce en la frente.
Una mañana bajé de su coche y me subí al andamio con un compañero. Viéndolo trabajar, parecía un animal salvaje, y me dolía el estomago.
Pasé tanta hambre todo el día, que al llegar a casa, confesé mi ataque de canibalismo. Mi novio hizo la cena y fregó los platos. Durmió en el sofá sin un reproche. Y por la mañana, camino del trabajo, me dejó en la puerta de un club de carretera.
estibaliz san sebastián
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