jueves, 29 de diciembre de 2011

podría beberme el océano


Las calles parecen de charol
y el vino petróleo.
Llueve, hace frío y tengo sed.
Y no entiendo esto de emborracharse una vez al año.
Podría beberte de un sorbo.
Podría beberme el océano si le quitasen la sal.

estibaliz san sebastián

miércoles, 28 de diciembre de 2011

frontera

Uno de los chicos portugueses llevaba bajo el brazo
los zapatos nuevos.
Fue ése el que murió del tiro.
El guardia echó la rodilla a tierra y disparó.
Cuando la madre cruzó la frontera,
sólo los niños estábamos allí.
Extendió el delantal y arrebañó la tierra
ensangrentada:
Não quero que fique nada aqui.


Manuel Rivas, del libro "Ningún cisne".

martes, 20 de diciembre de 2011

me revientan las tardes de lluvia


Me revientan las tardes de lluvia
que huelen a tabaco y a sudor de ingle
sobre la tapicería de un coche.
Abro un agujero en mi cráneo
y ventilo.

estibaliz san sebastián
En la esquina de enfrente,
desde una ventana situada
justo encima del cine
cae una media negra.
Una media de seda -¿o es de nailon?-
negra como una despedida
cae sobre el cartel que anuncia
La muerte de un viajante de comercio.



El sonido aplasta a la mujer contra la fachada
              de una casa. Ése es el tema.
   Los poemas son variaciones de esta imagen.

Chantal Maillard,del libro "Matar a Platón"

domingo, 11 de diciembre de 2011

desparecen mis dudas

Los que piensan
que todas mis dudas desaparecen
cuando me bajo las bragas
no saben que prefiero mil veces
que las bragas, me las bajes tú.

estibaliz san sebastián, del libro "Mi cielo es un andamio

martes, 6 de diciembre de 2011

un animal al acecho


Mi coño era un peligro aquella noche sin combustible
pero los viejos dioses estaban de guardia
y me fue concedido el favor de arder.
No es necesaria la literatura
para explicar que me enviaron un macho
con más olimpos y mediterráneos
que todos sus héroes desnudos,
ni para describir el banquete
que celebramos sacralizando la orgía.
Descalzo y bello como un soldado romano
entre soldados desnudos
me dio a probar en su lengua
el filtro para inventar la cruz,
y morir por turnos como dos Cristos
que amando mucho a La Magdalena,
rescribiesen la historia.
Me alimentó,
como un guerrero ciego
que sabe a donde va, su sexo.
Y yo,
celebraba abierta
el milagro vía Láctea
que su cuerpo me regalaba a chorros y a diario.
Mi coño
un animal al acecho.

estibaliz san sebastián, del libro "Mi cielo es un andamio"

el aspirante

Para empezar: ¿eres de los nuestros?
¿Llevas
ojo de cristal, dentadura postiza, muleta,
braguero o garfio,
pechos de goma, entrepierna de goma,

costurones que muestren que algo falta? ¿No? Entonces,
¿cómo podemos darte nada?
Deja de llorar.
Abre la mano.
¿Vacía? Vacía: ahí va una mano

para llenarla; dispuesta
a preparar el té y a dar masajes que ahuyenten la jaqueca,
y a hacer lo que le digas.
¿Te casarás con ella?
Viene con garantía
de cerrarte los ojos al final
y disolverse de dolor.
Sacamos caldo nuevo de la sal.
Observo que estás desnudo:
¿qué tal este traje?

Negro y tieso, pero no sienta mal.
¿Te casarás con él?
Es impermeable, irrompible, a prueba
de fuego y de bombas que hundan los tejados.
Créeme: te enterrarán con él.

Ahora bien: la cabeza la tienes vacía, con perdón.
Dispongo de remedio para eso.
Ven aquí, corazón, sal del armario.
bueno, ¿qué te va pareciendo la cosa?
Está, para empezar, como un papel desnuda;

pero dentro de veinticinco años será de plata,
 de oro dentro de cincuenta:
 una muñeca viva, mires por donde mires.
Sabe coser, y sabe cocinar,
y sabe hablar y hablar y hablar.

Funciona sin averías.
Si tiene agujeros, será parche poroso.
Si tiene ojos, será una imagen.
Es tu último clavo ardiendo, muchacho.
¿Te casarás, te casarás, te casarás con ella?

Sylvia Plath, del libro "Ariel"

domingo, 4 de diciembre de 2011

como un mendigo rico en pan


Como un mendigo rico en pan me reparto.
Duelen menos los sacrificios voluntarios
y perder tres dedos es bien poca cosa
si somos serios.
Tan civilizada como un bedel de ministerio
estornudo los trozos de piel que me sobran
y me veo reflejada en la tele
como en un espejo que siempre susurra, ¡culpable!.
Nunca nadie nos contó esta historia
¿no es así?, Eva, querida.
Y sin embargo, seria tan dulce
perder la inocencia, el ombligo.
¡Tan revolucionario!
Me imagino desnuda.
Gano mucho y en los anuncios funciona.
Coqueta como una virgen dispuesta a dejar de serlo
me afeitaría cuerpo y alma
y pintada de rojo como una bandera
me entregaría sonriendo al verdugo.
Nadie imaginaría nunca que fue una trampa.
Después de perder el pelo decidí ser mística
y el hacha sólo pudo trocear mi alma
y hacerla múltiple.
Yo era libre
mientras la guerra santa trataba de vacunarme
y acepté el numero y la dirección
más que nada por costumbre.
Mañana
le pariré un hijo al estado y este
será un traidor que correrá libre por los prados.
¡Aunque sean estos cibernéticos!

estibaliz san sebastián, del libro Pro-Fugas

viernes, 2 de diciembre de 2011

la hora del cuento

La tarde ha tenido vocación de oasis
y ni siquiera el teléfono ha intervenido
para devolverme al mundo
tres metros más abajo.
No me han sacado del baño.
Y he terminado un poema
que hace tiempo que latía
en el pulso de todos los lapiceros
que cogían mis manos.
Hasta las motos
que han debido irse a la playa con sus dueños
han evitado mi calle.
Será que la hora del cuento
que hoy no podré contarte
escuece
como cuando pico cebolla
y lloro sola
en la cocina de casa.

estibaliz san sebastián, del libro "Mi cielo es un andamio"